martes, 21 de septiembre de 2021

 LEYENDA TEHUELCHE, LA CREACIÓN DE LAS FLORES.

por Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)




 Dicen que dicen... los abuelos sabios, que

 hubo un tiempo que el generoso hacedor de

 todas las cosas, no le había puesto flores a

 las plantas que cubrían la tierra. Sólo

 abundaba el verde en todas ellas.

   También dicen que en la Patagonia vivía una

 niña muy bella. Cuentan que los jóvenes que

 la conocían,  solían caminar largas

 distancias sólo para poder contemplarla

 aunque más no fuese de lejos y si ella los

 reconocía, ellos recibían como premio la

 amplia sonrisa de la bella Kospi.

   Como todas las mujeres Tehuelches, Kospi

 tejía mantas y también las pintaba.

   La jovencita adoraba sentarse a orillas del

 lago, mientras el solcito calentaba la tarde,

 mirándose  espejada en las cristalinas aguas,

 destrenzando sus largos y renegridos cabellos

 y peinarlos con su peinecito de hueso.

   Así la sorprendió Karut, el trueno, aquel

 día de otoño.

Hacía muchas lunas que Karut venía

 persiguiéndola, claro que ella no le prestaba

 atención, cosa que enojaba mucho a Karut.

   Sin embargo, esta vez el trueno estaba

 decidido a lograr su cometido, y sin que ella

 tuviese tiempo de reaccionar y defenderse

 Karut la aprisiono entre sus poderosas

 garras, la raptó y la llevó consigo, trepó

 las altas cumbres y la encerró en una caverna

 lejos de todo y de todos.

Por más que la bella Kospi lloró, pataleó y

 suplicó, Karut, el trueno no se conmovió,

 ella estaba presa en la más absoluta soledad,

 era grande su pena y el frío sepulcral de la

 montaña congelaba el alma y el cuerpo de la

 joven.

   Allá en la lúgubre cima el aire gélido,

 primero le entumeció los pies, luego fue

 trepándole por las piernas y le  subió por el

 cuerpo hasta congelarla y confundirse con el

 hielo de las cumbres.

   Quizás, fue por eso. que Karut la perdió en

 la inmensidad y por más que vociferó con su

 tremendo vozarrón haciendo temblar la tierra,

 sólo pudo despertar a Lluvia que comenzó a

 caer y llovió sin cesar vaya uno a saber

 cuanto...

Kospi, que ahora era sólo una masa de hielo,

 fue arrastrada y al deslizarse por la ladera

 de la montaña, el temeroso sol derritió el

 hielo y el agua buscó el valle hasta

 inundarlo.

   Y llegó la primavera.

   Kospi, hecha gotita trepó por el tallo de

 una planta, llegó hasta copa y subió por una

 rama y al tocar el extremo, al fin pudo

 vislumbrar nuevamente su amado pueblo, y ohhh

 sorpresa!, estalló en una colorida flor.

Tal vez debido a esto en Tehuelche se les

 llama kospi a los pétalos de las flores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario